Héroes 4x08: ONCE UPON A TIME... IN TEXAS

Dirigido por: Nate Goodman

Escrito por: Aron Eli Coleite & Aury Wallington

Fecha de emision: 02/11/2009

Sinopsis: Cuando Hiro viaje tres años al pasado, tendrá una segunda oportunidad para salvar a Charlie de las garras de Sylar, pero la presencia de Samuel hará que las cosas se compliquen. Mientras, el pasado de HRG con su compañera de Primatech es revelado.

Estrellas invitadas: Jayma Mays, Elizabeth Röhm, Danielle Savre, Sally Champlin y Dawn Olivieri.

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A continuación, nuestra review del episodio 8: Once Upon a Time... in Texas
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SALVA A CHARLIE, SALVA AL MUNDO

by Dynka

Una palabra adecuada para describir este capítulo sería “inesperado”.  La historia abrió una brecha en sí misma, hizo un recreo para experimentar con un hecho, que, si bien no aislado, se tomó su debido tiempo para desarrollarse antes de interactuar con el entorno que, podemos decir, le da justificación.

En definitiva, muy bien llevada a cabo la intención de abandonar a los demás personajes, por un episodio al menos, para centrarse por unos instantes en aquel que, pese a lo contraproducente que le han sido algunas temporadas en las que solo se lo ha retratado como una parodia de héroe, y como un ser humano fallido en todo lo que intente, la burla de los buenos y de los malos, aquel que siempre ha tenido el potencial necesario para ser el más pintoresco de todo el plantel, el estereotipo de comic que cobra vida en una encarnación bondadosa y llena de energía, que, lamentablemente, solo en determinados momentos, de las 2 primeras temporadas esencialmente, ha podido superar su propia caricatura para ser la figura tan singular y que tan representativa del show supo ser por momentos. La presencia de un Hiro que era el mismo de siempre, pero que la serie misma mostraba diferente empezó a presentirse en el capítulo anterior, y ciertamente se mantuvo en “once upon a time in Texas”.

Pero, como cada vez que aparece este personaje, más allá de las apreciaciones que podemos hacer sobre él mismo o acerca de su historia, siempre ocupará el centro del debate la complicada cuestión de los viajes en el tiempo. Y si siempre suelo sostener que la trama misma de la serie permite enmendar los errores en los que no puede evitar caer, dada la multiplicidad de fantasías resarcitorias que solo aquí y ante nosotros tendrían un dejo de sentido o una máxima aceptación, y no será ésta la anomalía que lo refute. Los viajes en el tiempo (y el Haitiano, no dejemos de lado al barredor de recuerdos que tanto han explotado) son casi siempre las herramientas más útiles para poder forjar el armado de la historia que tantas veces ah utilizado el recurso de volver sobre sí misma para desandar lo andado, o imponer la necesidad de volver sobre los propios pasos dados. Pero Nakamura es especialista en dejar un rastro débil, como un camino sembrado de migajas que servirán de cena a las aves, que le impide regresar a casa del mismo modo en que llegó a donde se encuentra. Tantas otras veces, se tropieza con una excusa para quedarse y salvar al mundo, cuando no, decide volver a donde se hallaba, pero unos segundos después, tal vez para que no nos olvidemos de que había viajado en el tiempo. El manejo de su habilidad ah sido más desastroso que el de cualquier otro, rompió la continuidad espacio-tiempo tantas veces como finalmente resulta sorprendente pensar que aún está entre nosotros, o que aún existe un nosotros que no se pierda en algún lóbrego socavón de su infinita imprudencia. Aún así reconocemos sus buenas intenciones, pero, cuánta razón tiene Charlie cuando le dice que no es motivo suficiente para regresar en el tiempo solo el hecho de salvar su vida, incluso ignorando ella que no era la primera vez que lo intentaba, y habiendo ya fracasado. Entendió que no debió volver para salvar a su padre, pero nos pone a todos en peligro una vez más por esta chica. Se encuentra con Sylar y le cuenta con desdén su propia visión acerca del final del villano, le habla de una lucha llena de condimentos mitológicos y adornos de cuentos de hadas, pero con la poca importancia de quien sabe lo fútil de su propio discurso ante quien solo tiene un objetivo al cual dirige toda su vida, como es Sylar. Pero lejos estuvo de tratar de detenerlo. Sabiendo que va a abandonar este mundo antes de llegar a convertirse en el combativo japonés que tras haber visto morir a su mejor amigo, marchará en las filas de la anarquía cargando una katana en la espalda, ya que para que eso suceda necesitará de 2 años más de vida, entonces, cómo deja ir a Sylar, prácticamente indicándole en qué dirección debe llegar a Odessa, sabiendo que no habrá nadie que detenga el metro en el que Peter viaja con Mohinder hacia el loft de Isaac  para transmitirle la frase emblemática que luego le repetirá a su versión más joven por el teléfono.

Las presunciones que implican estas hipótesis están sujetas a premisas que varían de un paradigma a otro, por lo que la solución pretendidamente lógica de la que hablaba antes puede darse a través de un sistema de concepción distinta acerca de los viajes temporales y su incidencia sobre los hechos que se nos presentan habitualmente como aún no ocurridos, pero eso sin perjuicio de ser una posibilidad que, de ordinario, podría habérsele ocurrido a Hiro. Y no fue así. Solo quiso escapar con Charlie, pensando que todo el resto del asunto estaría de por sí arreglado, o al menos rígido e inamovible.

¿Y si sus palabras hubiesen tenido algún efecto en Sylar? Hubiese cambiado absolutamente todo lo que sabemos hasta ahora de la historia. El arraigo de este personaje con todo lo que hemos visto desarrollarse es absolutamente esencial, trasciende y entrecruza todas las historias, dado que en ellas hay siempre, al menos, alguien que intenta escapar de él, alguien que no lo logra, otro que le llega al alma. Aún así, la precipitación de Hiro llega solo a la moraleja que trata de inculcarle, y en un momento en que las palabras acerca del oscuro final que augura a un Gabriel al que logra hacer llegar hasta el abismo de la duda, parecen acabarse, o ser insuficientes, o tener la supremacía de quien con una frase ah predicho un epitafio… entonces se detiene. Todo se paraliza en un instante de conmoción contenida por el reciente discurso. Y por la mano de Hiro, claro, que pone punto final a su alocución y lleva al villano a un callejón para que medite el sermón, personaje que una vez más nos demostrará que el destino puede no estar escrito en piedra, pero aún así, el temperamento y la idiosincrasia de cada persona es una impronta inmutable dentro de cada uno de nosotros. Basta ver el rostro de Sylar mientras lo escucha, la transformación imperceptible de sus facciones, perfectamente expresivas, una de las más perfectas escenas, y de absoluta sencillez, para darse cuenta de que eso es algo que no puede alterarse fácilmente con una catarata de versículos éticos, lo cual explicaría la dualidad de lo obrado por Hiro.

Suprema redención para un personaje que vagaba durante todo el tiempo precedente en las sombras de la propia parodia. En suma, una lucha de intereses individuales con el ineludible altruismo que a pocas personas puede realmente atribuírseles, exponen una serie de conflictos que oscilan entre la vida y la muerte de sus protagonistas, con el encanto y la mágica estética que solo Hiro podría ofrecernos, en la forma de una leyenda que no deja fuera de foco ningún elemento.